Mientras comía aceitunas sentado en la vereda, escuché la música de un tenue organito que venía desde arriba. Escupí el carozo y vi el espíritu de Gilda. Su cabello larguísimo trenzado con flores. Me habló. Dijo:- Tu misión ha terminado, pelufito. Debes salir a cortar brazos por el mundo. Comunica la buena nueva. Luego, parte y no vuelvas jamás.
Adiós. Llevo en mi mochila una sierra eléctrica y la bendición de Gilda me acompaña.
1 comentario:
Yo en mi mochila tengo un salamin, te acompaño en tu cruzada tropical.
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